Contra el deterioro de nuestras condiciones de vida,
contra la ola reaccionaria,
contra la escalada militarista y las guerras imperialistas,
¡ organización y solidaridad obrera internacional !
En este Primero de Mayo, jornada internacionalista de la clase obrera mundial, las trabajadoras y trabajadores tenemos más razones que nunca para organizarnos: debemos enfrentar el conjunto de problemas que amenazan gravemente nuestras condiciones de vida actual además de nuestro futuro y el de las siguientes generaciones.
En el País Valencià, como en todo el Estado, la precariedad laboral, el paro, vivienda inaccesible, la degradación de la sanidad y educación públicas son el pan de cada día. Y todo se agrava aún más por la acción de un gobierno autonómico entregado a Vox, que quiere precipitarnos a situaciones que recuerdan la época del nacional-catolicismo franquista. Entre corrida y corrida de toros, homenajes a alcaldesas corruptas y vuelta a los negocios turbios a expensas de las arcas públicas, la política reaccionaria PP-Vox pone seriamente en cuestión los derechos de las mujeres y las personas migrantes, el uso y la enseñanza en nuestra lengua -el catalán- e, incluso, las escasas medidas de protección del medio ambiente del gobierno anterior.
En el Estado Español, el actual gobierno PSOE-Sumar, como el anterior PSOE-Podemos-PCE, ni ha resuelto ningún problema importante de los que nos abruman a los trabajadores, ni por ser tan comprensivo y generoso con los intereses del capital ha conseguido amansar las fieras ultra-reaccionarias. Más bien al contrario. Pedro Sánchez, como Lula en Brasil o Costa en Portugal (o como Pablo Iglesias, Irene Montero, Ximo Puig, Mònica Oltra o los dirigentes independentistas catalanes) está siendo objeto de una brutal campaña mediática de mentiras, montajes policiales y lawfare, dirigida por las fuerzas más negras y corruptas del estado y abanderada por el binomio inseparable PP-VOX.
La historia demuestra que la actividad de la caverna reaccionaria o abiertamente fascista no puede contrarrestarse de forma efectiva desde gobiernos o parlamentos, porque está financiada por un sector importante de la burguesía y arraigada en lo más profundo de los aparatos del estado: la policía, el ejército, los jueces. Sólo organizándonos como clase y organizando la autodefensa de nuestras posiciones e intereses podremos pararla y obligarla a retroceder antes de que se apodere de las calles, del gobierno y de la sociedad. Contra el fascismo sólo sirve la lucha consciente y organizada de clase.
En el mundo, la situación viene determinada por una economía capitalista de crecimiento muy débil, a pesar de la escalada militarista que ha dopado a toda la industria relacionada con el armamento y la guerra. Esto es la base del agravamiento de las contradicciones entre los distintos países imperialistas que compiten por repartirse la tarta de los beneficios decrecientes. El eje fundamental se sitúa en la rivalidad EEUU-China. Los gobiernos de los más poderosos estados europeos (entre otros el Reino de España) refuerzan la OTAN, el bloque militar de Estados Unidos en el continente. También Japón, Canadá y Australia cierran filas con ellos. Alrededor de China, Rusia y sus satélites conforman su propio bloque. Unos y otros desvían hacia los gastos militares cantidades inmensas de dinero, provocan guerras localizadas y desarrollan campañas mediáticas para preparar a las poblaciones para la guerra. De todo esto, las clases trabajadoras de todos los países sólo pueden esperar más miseria y sufrimientos, más destrucción ecológica y más barbarie política y social.
El sistema capitalista es tan incapaz de conciliar los intereses económicos de los distintos imperialismos como de planificar el uso de los recursos naturales y revertir la crisis ecológica. Es necesario que el mundo cambie de base y sea dirigido por principios racionales y colectivos en vez de por el beneficio privado para las minorías propietarias de los medios de producción. Esta situación no puede durar más, la humanidad no puede soportarlo.
Urge luchar a nivel local, estatal y mundial contra el capitalismo. Y urge construir el instrumento para hacerlo: partidos obreros revolucionarios conformando una internacional revolucionaria, para dirigir esa lucha. Cada movimiento debe enfocarse hacia la toma del poder por la clase trabajadora, hacia el socialismo, donde los trabajadores, organizados democráticamente en consejos obreros, puedan construir una sociedad humana racional y compatible con las limitaciones del planeta.
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