La convocatoria electoral catalana del 12 de mayo, un callejón sin salida:

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No hay ninguna candidatura que represente los intereses reales de la clase obrera ni que defienda de verdad el derecho de autodeterminación de Cataluña.

La nueva convocatoria electoral autonómica catalana se plantea en medio de un ambiente político insustancial, visto tanto desde la perspectiva de los intereses de la clase obrera como desde la defensa del derecho de autodeterminación de Catalunya.

Las candidaturas burguesas catalanas y españolas

Las candidaturas de los partidos tradicionales de la burguesía catalana (Cat-junts-Carles Puigdemont y ERC) son el resultado natural de la gran estafa del procés. Tras proclamar, el 10 de octubre de 2017, la efímera República Catalana independiente y soberana de medio minuto, y de abandonar a la represión del Estado Español a las masas movilizadas, estos partidos son y hacen lo que siempre han sido y hecho: agencias orgánicas de la burguesía y pequeña burguesía local deseosas de obtener mejores condiciones para la gestión de sus asuntos comunes, encastrados en una administración autonómica que forma parte inseparable del estado monárquico español.

Ahora, para completar el panorama independentista burgués, se desarrolla Aliança Catalana, el ala fascistoide del nacionalismo catalán, directamente en competencia con VOX en su odio de clase contra las organizaciones obreras, los trabajadores migrantes y las minorías raciales. Dos caras de la misma moneda ultrarreaccionaria en crecimiento por Europa y en todas partes.

Por el lado de los partidos burgueses nacionalistas españoles, el binomio PP-VOX parece que va a mantener su escasa cuota electoral, demostrando una vez más que la burguesía española es totalmente incapaz de centralizarse en un partido, como quisiera ser el posfranquista PP, que domine políticamente en todos los territorios del Estado.

Las candidaturas catalanas y españolas que dicen defender los intereses de los trabajadores

La CUP nunca ha querido hacer el balance de su vergonzoso papel de florón rojo de la burguesía durante todo el procés. No puede, porque, para ello, debería renunciar a su «estrategia de unidad popular» interclasista para alcanzar la «independencia». Debería reconocer que no serán Junts ni ERC los partidos que dirigirán el combate para realizar el derecho a la autodeterminación de Catalunya. Como resultado de su sometimiento a la dirección burguesa y fraudulenta del procés, la CUP ha desmoralizado a sus propios militantes y se desangra como organización hasta reducir sus expectativas electorales incluso por debajo de Comuns-Sumar. ¡Sólo Aliança Catalana está previsto que saque menos votos que la CUP!

Comuns-Sumar también ha mostrado con mucha claridad que todas sus promesas de asaltar los cielos consisten en ser la quinta rueda de la política socialdemócrata del PSOE, con matices queers. Su crisis forma parte de la crisis general de Podemos y alimenta el incremento de votos del PSC-PSOE.

Éstas son finalmente las razones por las que el PSC-PSOE es el partido que parece que ganará las elecciones. Pero de él la clase obrera no puede esperar más que lo que hace el PSOE en el gobierno español: respecto a todas las disposiciones reaccionarias importantes de los gobiernos anteriores, a las privatizaciones en la enseñanza y sanidad, a los intereses de los grandes tenedores de vivienda, reforzamiento de las fuerzas de seguridad, sometimiento al militarismo imperialista de la OTAN... Todo regado con una ligera anestesia de migajas sociales y una amortiguación de las manifestaciones más abiertas de la opresión y represión nacional contra Cataluña.

La clase obrera sin auténtica representación política para defender sus intereses

Las condiciones de vida de la clase trabajadora han empeorado sustancialmente en las últimas décadas. El paro crónico, la pérdida de poder adquisitivo de los salarios, la amenaza permanente contra las pensiones, la precarización generalizada del trabajo, la vivienda digna a precios imposibles, los desahucios, la sobreexplotación y persecución de los migrantes, la pobreza creciente, son nuestro pan de cada día. Ningún partido, ninguna candidatura tiene un programa para resolver de forma definitiva los problemas que nos golpean.

Además, las elecciones parlamentarias son un terreno muy deformado de la lucha de clases y especialmente desfavorable para los trabajadores. En las elecciones simplemente nos dejan elegir quién gestionará el estado burgués que organiza nuestra opresión y garantiza la dominación de los capitalistas sobre toda la sociedad. Las grandes batallas de clase jamás se han ganado votando, sino en la calle y con organización. Por todo ello, con conciencia de que nada se resuelve con unas elecciones y de que nuestras reivindicaciones deben ser defendidas con nuestras propias manos, hay que votar contra la burguesía al partido que se considere más útil para concentrar la fuerza de nuestra clase en ese terreno y ocasión.

Pero lo auténticamente urgente es ponerse a construir el instrumento necesario para nuestra liberación definitiva: un partido obrero revolucionario cuyo objetivo sea acabar con el capitalismo y construir una nueva sociedad gestionada democráticamente por los consejos de trabajadores y trabajadoras, donde desaparezcan todas las clases, toda explotación y opresión.

10 de mayo 2024