Los precios de los alimentos, de la energía, del transporte y de la vivienda devoran los salarios y las pensiones. La precariedad en el trabajo se extiende como un cáncer. Las colas en los bancos de alimentos son cada día mayores e incluyen a muchas personas con empleo. Las urgencias de hospitales colapsan y la enseñanza pública languidece por falta de inversión. Miles de personas se concentran en las fronteras de los países más ricos huyendo de la miseria y la guerra. Muchas mueren en el intento.
Las olas de calor se multiplican y se anticipan al verano. Los glaciares se derriten. Todo tipo de otros desastres de origen climático -sequía, inundaciones, corrimientos de tierras, huracanes, incendios forestales, etc- son cada vez más frecuentes y severos. Hasta los océanos más profundos están contaminados con plásticos. Grandes ríos como el Colorado, Río Bravo, el Tigris o el Po se secan. Todo el planeta se desertifica. Las enfermedades epidémicas entre humanos y animales toman un cariz planetario. Las especies vegetales y animales se extinguen. La fertilidad de hombres y mujeres se reduce drásticamente por la contaminación química.
El control policial de la población cada día es más severo. Los poderes del estado son cada vez más extensos e incontrolados. Los cuerpos policiales están militarizados y dotados de los materiales más modernos para el control de movilizaciones de masas. La pandemia de COVID se ha utilizado para entrenar a los ejércitos en el control interior de los países. Los gobiernos anuncian en un mismo discurso que van a multiplicar sus gastos militares y que las masas deben esperar muchas restricciones y "sacrificios" adicionales durante los próximos años.
No hablamos de una película apocalíptica. Es el panorama en julio de 2022 de cualquier país del mundo, incluidos los más ricos... incluidos los Estados Unidos.
"La FAO y el PMA advierten sobre una inminente crisis alimentaria generalizada, ya que el hambre amenaza la estabilidad en decenas de países
Los conflictos, las condiciones climáticas extremas, las conmociones económicas, las consecuencias prolongadas de la COVID-19 y los efectos en cadena de la guerra en Ucrania arrastran a millones de personas en países de todo el mundo a la pobreza y al hambre, a medida que el aumento de los precios de los alimentos y del combustible empujan a las naciones a la inestabilidad, de acuerdo con el nuevo informe de puntos críticos del hambre. [...] Las condiciones actuales son mucho peores que durante la primavera árabe en 2011 y la crisis de precios de los
alimentos de 2007-08, cuando 48 países se vieron sacudidos por inestabilidad política, disturbios y protestas. Ya hemos visto lo que está sucediendo en Indonesia, Pakistán, Perú y Sri Lanka; eso es solo la punta del iceberg. " (Nota de prensa de presentación del Informe de la FAO-PMA, 6 de junio de 2022)
Es el modo de producción capitalista, que está llevando al límite al planeta y a la humanidad.
Las clases capitalistas, que han dirigido durante más de dos siglos una economía basada en la propiedad privada de los medios de producción y el máximo beneficio para los poseedores, conocen bien la situación global. Numerosos organismos nacionales e internacionales creados por ellas mismas se lo explican.
La supervivencia de la civilización exige un giro inmediato en el modo en que los humanos producimos. La situación necesita no solo cambiar el tipo de energía que utilizamos, eliminar al máximo el uso de plásticos, reducir la contaminación e intentar salvar lo salvable de la naturaleza expoliada. La situación requiere mucho más: hay que producir de manera planificada para la población, de acuerdo con sus necesidades y las del entorno natural. Hay que abandonar la enorme proporción del PIB que crea gigantescos beneficios para el capital pero son "productos" que no cubren necesidades humanas reales y destruyen el planeta. Empezando por toda la industria de armamento. Hay que liberar toda la inteligencia humana dedicada a la investigación para el beneficio del capital y redirigirla hacia la investigación para las necesidades del conjunto de la humanidad y del planeta.
Pero los asesores del capital, los gobiernos, los organismos internacionales, incluso los partidos más preocupados por la situación ecológica pero respetuosos con la clase dominante, como los verdes, no pueden decirnos toda la verdad: ese vuelco necesario en la evolución de la economía es absolutamente incompatible con el poder del capital sobre la sociedad, con sus estados nacionales, cuya principal función es mantener a la población trabajadora sometida a la ley del máximo beneficio de las empresas.
La "solución" del capital es reforzar los enfrentamientos interimperialistas
Aquí y allá, en algunas cuestiones, como por ejemplo las emisiones de CO2 , los estados llegan parcialmente a algunos acuerdos miserables. Pero la "solución" a la que realmente les dirige su naturaleza depredadora es la que estamos viendo en la coyuntura actual: la lucha mundial abierta por el control de las fuentes de energía, que empiezan a ser insuficientes, como parte necesaria de la lucha por los mercados mundiales. A costa de lo que sea.
El imperialismo ruso, poseedor de la segunda producción mundial de petróleo y gas después de EEUU, domina también, con su semi-colonia Kazajistán, el 23% de la producción de uranio. El ataque a Ucrania implica, entre otras motivaciones, el control de su intrincada red de oleoductos y gasoductos con dirección al resto de países europeos.
El imperialismo norteamericano, hegemónico desde la segunda guerra mundial, ejecuta sus intervenciones directamente o a través de la OTAN u otros organismos, según le conviene. Forma parte de sus métodos habituales bombardear y ocupar países (o provocar golpes de estado, o ahogarlos hasta la desesperación), a menudo para intentar hacerse con el control de sus hidrocarburos (Irak, Libia, Irán, Bolivia, Venezuela...). La guerra de Rusia contra Ucrania ha sido la gran ocasión para tomar muchas mejores posiciones en Europa.
Desde el inicio de la guerra, el gobierno de EEUU ha reforzado enormemente la disciplina de todos los países europeos a los mandatos de la OTAN, su bloque militar para Europa. Además, ha conseguido que los gobiernos Sueco y Noruego soliciten y firmen el protocolo de incorporación urgente a la OTAN. A costa de entregar los refugiado kurdos al islamista Erdogan, a pesar de que hasta hace poco las milicias kurdas eran aliadas de los EEUU en la guerra de Siria. Son las cosas de "los daños colaterales".
En la reciente cumbre de la OTAN en Madrid, que comentamos aparte, Biden ha explicado que se ha ampliado hasta 100.000 el número de soldados norteamericanos en Europa, ha anunciado el incremento significativo de sus fuerzas navales y aéreas en nuestro continente y ha exigido el compromiso de todos los países miembros de aumentar el gasto militar hasta un mínimo del 2% del PIB. Lo que en el caso del Estado Español ¡significa duplicarlo! Los gobiernos europeos, pondrán al servicio de EEUU gratuitamente unos contingentes militares enormes para enfrentar - según han acordado sumisamente en la cumbre de Madrid - a la "enemiga Rusia", a China, acusada "de intentar subvertir el orden mundial y erosionar a las democracias", y a cualquiera que se interponga en el camino de la dominación imperial del capital yanqui o de sus aliados.
Gracias a la guerra de Ucrania, en solo cuatro meses, los EEUU han conseguido de los países del continente europeo lo que no pudieron conseguir durante años: ¡convertirlos oficialmente en enemigos de China! del país que ha crecido y expandido sus mercados espectacularmente, al mismo ritmo que los perdía el imperialismo norteamericano, en clara decadencia.
Si las luchas de clases en los grandes países imperialistas no lo impiden - y de momento no lo están haciendo - está garantizada la escalada militar y el reforzamiento de bloques alrededor de EEUU y China. Y ya se verá qué ocurre con Rusia. Porque ni es seguro que la burguesía china ligue alegremente su destino al de la rusa - tal y como desean los EEUU - ni China puede ser indiferente al destino de un país aliado con el que comparte miles de km de frontera, sabiendo que es ella, realmente, el principal objetivo económico a derribar por los EEUU.
Las escaladas militares son la preparación de las guerras y conducen a las guerras. Desvían una parte creciente de la producción nacional y del gasto público al armamento y al ejército, enriquecen a los oligopolios armamentísticos y endeudan a los estados. Y, como consecuencia de todo ello, multiplican la miseria de las masas, que son las que sufren la inseguridad alimentaria, la inflación, el pago de la deuda pública... y la tragedia de la guerra misma, cuando habitan el territorio sobre el que se desata.
El planeta, mientras tanto, verá acelerar la crisis climática con la multiplicación de las guerras y de la producción de armamento, una de las industrias más contaminantes del mundo. Al mismo tiempo, la crisis climática reforzará la escalada militar entre los gigantes imperialistas en lucha por el control de los mercados menguantes, de las fuentes de energía, del agua, de los alimentos. Todos los estados reforzarán mucho más su control policial sobre las población en previsión de disturbios inevitables. El populismo fascista de masas se desarrollará en todas sus posibles vertientes, impulsado por el propio capital para encuadrar ideológicamente a las masas en los estados policiales y militares.
Entre las burguesías y sus estados, imperará el sálvese quien pueda, contra los otros. Un círculo vicioso hacia la barbarie que solo podrá ser detenido si la lucha de los proletariados de esos países impiden a las burguesías seguir el camino que les traza - sí o sí - el sistema productivo basado en el beneficio del capital privado.
La solución de la clase obrera es organizarse para derrocar el capitalismo y construir el socialismo mundial
Hay salida, pero exige la acción consciente de las clases trabajadoras de todos los países contra el poder de la clase capitalista a nivel mundial. Exige que los elementos más avanzados del proletariado se organicen independientemente de la burguesía, que denuncien el corsé colaboracionista de los viejos y nuevos partidos socialdemócratas y de las burocracias que convierten a los sindicatos obreros en instrumentos patronales. Que sean capaces de impulsar la transformación de las revueltas sociales cada vez más numerosas y desesperadas en revolución social, en poder organizado de la población productora, en estados obreros que planifiquen colectiva y solidariamente la producción y la distribución a nivel planetario.
Las actuales y futuras explosiones como la de Sri Lanka, la oleada de huelgas obreras que está desarrollándose en Europa, EEUU y numerosos países de todo el mundo, deberían ser el terreno de la construcción de partidos revolucionarios de masas organizados en una internacional con un único objetivo: acabar con el capitalismo putrefacto, construir el socialismo.
19 de julio de 2022