El 1 de mayo de 2018 se produce en un contexto de rivalidades entre potencias imperialistas y múltiples guerras locales. La rivalidad entre los “viejos” imperialismos de Estados Unidos, Europa occidental, Japón, con los imperialismos emergentes en China y en Rusia se ha acentuado claramente. Potencias regionales (Israel, Arabia Saudí, Turquía, Irán) se disputan el Próximo Oriente. Siria, irak, Corea, el mar de China, Ucrania, Afganistán… son el teatro de maniobras y confrontaciones militares.
Incluso la recuperación económica del capitalismo mundial, desigualmente repartida, no ha calmado las tensiones entre las diferentes fracciones de la burguesía, ni los ataques contra los productores. El empleo mundial aumenta, pero no lo bastante para hacer frente al crecimiento demográfico. Para el imperialismo mundial, una parte cada vez mayor de la humanidad es superflua.
Además, el medio ambiente de la especia human está puesto en peligro por la supervivencia del capitalismo: aceleración del calentamiento climático, pérdida de diversidad biológica, enrarecimiento de los bosques y del agua pura, etc.
Todas las potencias imperialistas quieren defender no solo sus superbeneficios contra sus rivales sino también acrecentarlos. Sus estados buscan hacerlo atacando las conquistas de su clase obrera, anudando y reanudando alianzas, retomando la carrera de armamentos, interviniendo económica, política, diplomática y militarmente en el resto del mundo.
La OMC no logra llevar adelante acuerdos mundiales. Los intercambios de mercancías han dejado de intensificarse (aumentan ahora al mismo ritmo que la producción mundial). Porque los Estados Unidos siguen siendo la primera potencia mundial pero amenazada por China, el presidente Trump habla abiertamente de guerras comerciales que quiere llevar adelante y ganar. El proteccionismo, que nunca desapareció, vuelve con fuerza. Gran Bretaña se retira de la Unión Europea.
La reacción política en toda la línea es lo propio del imperialismo
(Lenin, El imperialismo y la escisión del socialismo, diciembre 1916)
Israel jamás se ha preocupado por la autorización de la ONU para matar palestinos o para hacer la guerra a sus vecinos. Pero los Estados Unidos, que fundaron la ONU tras la Segunda Guerra Mundial, la esquivan cada vez más a la hora de llevar adelante sus agresiones militares, porque China y Rusia tienen un derecho de veto en el Consejo de Seguridad. Así, el el ejército americano, ayudado por Francia y Gran Bretaña, invocando un nuevo ataque químico, ha bombardeado Siria el 14 de abril. Como si los crímenes de guerra de esas tres potencias no fueran peores que los del carnicero Asad.
Los emigrantes de los países pobres y de los países en guerra son rechazados y perseguidos más que nunca. Se organizan referéndums que deciden sobre esta cuestión (Brexit), hay candidatos y partidos que ganan elecciones designando a los emigrantes como chivos expiatorios (Estados Unidos, Austria, Italia, Hungría…) Han surgido muros y se han reforzado las fronteras de los Estados Unidos, Israel, España, Grecia, Bulgaria, Hungría, Noruega, China, Gran Bretaña, Paquistán, Bostwana...
Turquía, que sigue siendo miembro de la OTAN, y de hecho una dictadura islamista, ha efectuado en enero una invasión militar en Siria para impedir la creación de un estado kurdo en su frontera y demostrar sus pretensiones de poder regional. Para ello ha recibido el apoyo de yijadistas sirios y la autorización de Rusia y Estados Unidos, mientras que los jefes del PKK-YPD han puesto a los combatientes kurdos al servicio del ejército americano. Habiendo vencido en Afrin el 18 de marzo, Erdogan extiende su guerra sucia enviando a las tropas turcas a invadir el norte de Irak, con la complicidad no solamente de Washington sino también del gobierno de Barzanik (PDK) de la zona autónoma kurda en Irak.
Al mismo tiempo, el gobierno colonialista israelí tiene carta blanca para una nueva oleada de represión brutal contra la población palestina. El nuevo hombre fuerte de Arabia Saudí, el príncipe Bin Salmán, justifica la existencia del estado de apartheid, mientras que su país continúa alimentando el antisemitismo y el salafismo a través del mundo, financiando a los movimientos islamofascistas.
La restauración del capitalismo por la burocracias estalinistas en Rusia y China no solo ha introducido nuevas potencias imperialistas, también ha cambiado el equilibrio entre las clases, en detrimento de los trabajadores. En Europa del Este, China, Vietnam, las conquistas en términos de empleo, sanidad, enseñanza, aportadas por la expropiación del capital han desaparecido brutalmente. La perspectiva del socialismo ha retrocedido en las masas explotadas y oprimidas. Los burócratas en el poder en Cuba y Corea del Norte han comenzado a convertirse en capitalistas.
Contrariamente a lo que querían hacer creer los ideólogos y politicastros de la burguesía imperialista, ello no ha llevado al triunfo de la “democracia representativa”.
Los regímenes autoritarios han sobrevivido y las democracias tradicionales recortan las libertades democráticas y espían a su población en nombre de la “ lucha contra el terrorismo”. Trump fue elegido con menos votos que Clinton. En los Estados Unidos, los negros siguen siendo el objetivo de los policías blancos. El papel de los servicios secretos y del estado mayor es más grande que nunca en los Estados Unidos. El presidente PT del Brasil, elegido por sufragio universal, fue destituido en agosto en nombre de la “lucha contra la corrupción” para substituirlo por un presidente MDB mucho más corrupto. El nacionalismo burgués de Venezuela, que ha mantenido al capitalismo, se apoya cada vez más en el ejército para resistir a la fracción proimperialista. En el Estado Español, el gobierno Rajoy PP y la monarquía franquista han criminalizado la lucha social y recortado drásticamente todas las libertades democráticas, llenando los juzgados y cárceles de trabajadores y jóvenes, mediante la reforma del Código Penal y la ley Mordaza, usados también para reprimir e impedir al pueblo catalán escoger democráticamente su suerte mediante un referéndum, en octubre de 2017.
Incluso en los países más avanzados, fracciones de las clases dominantes promueven la religión y el creacionismo. Los homosexuales siguen siendo per-seguidos en la mayoría de Estados. Los derechos de las mujeres también se cuestionan, en particular el derecho a abortar en Estados Unidos, Polonia, Hungría.
De nuevo, en todo el mundo, hay bandas fascistas que aterrorizan a los inmigrantes, a los huelguistas, a los campesinos pobres a las minorías religiosas o nacionales (Yezidis, gitanos, Rohinyás…)
Sin embargo, los trabajadores, las mujeres, las minorías oprimidas, los jóvenes en formación resisten de todas maneras: rivindicaciones, huelgas, manifestaciones, lucha armada… en Siria, Turquía, China Irán, Brasil, en España, en Estados Unidos, Francia… La clase obrera nicaragüense, a costa de decenas de muertos, ha obligado al gobierno a retirar su proyecto contra la Seguridad Social y las pensiones. Las luchas de clase no cesan, pero el proletariado y los oprimidos del mundo carecen de las organizaciones necesarias para transformar la aspiración y el compromiso de las masas en avances y victorias decisivas.
Las organizaciones que controlan actualmente al movimiento obrero se demuestran incapaces de hacer frente al ascenso de la reacción, de luchar contra las intervenciones imperialistas, de encabezar las luchas para debilitar y derrocar al capitalismo mundial. Las burocracias sindicales aceptan negociar todos los ataques. Los partidos exestalinistas, socialdemócratas y laboristas gobiernan para el capitalismo, atacando las conquistas (o disponiéndose a hacerlo). El DSA está dentro de uno de los dos grandes partidos burgueses de Estados Unidos, el Partido Demoćrata, cuyos candidatos (Obama, Clinton) también son apoyados por el PCUS. El SPD acaba de salvar a Merkel en Alemania. La Syriza griega ha capitulado ante las exigencias de Berlín y París. La SD danesa se alía con el DF fascistizante y se suma a su xenofobia. La SMER eslovaca gobierna con el SNS racista. El LP de Nueva Zelanda gobierna con el partido xenófobo NZF. Los viejos y nuevos partidos “reformistas” que están en la oposición, como el Partido Laborista de Gran Bretaña, Die Linke de Alemania, La Francia Insumisa, Podemos del Estado Español… no se reclaman ni siquiera del socialismo.
En esta situación, es más importante que nunca reconstruir la internacional obrera (y en cada país un partido obrero revolucionario) sobre la base del programa comunista. En todas partes, la vanguardia debe agruparse para oponer el internacionalismo proletario al nacionalismo estrecho que predica el enfrentamiento de unos trabajadores contra otros. El internacionalismo defiende el derecho de las naciones oprimidas a la autodeterminación, sin defender necesariamente una separación. Los trabajadores avanzados deben luchar contra toda restricción de las conquistas políticas y sociales, como el mejor terreno para la lucha por una verdadera democracia, es decir, por el poder de los consejos obreros. Sobre la base de la solidaridad de clase del proletariado, se oponen a la división entre nacionales y extranjeros, entre trabajadores intelectuales y manuales, entre hombres y mujeres, entre jóvenes y viejos, entre religiones diferentes.
Hay que prevenir el peligro de una guerra mundial destructiva, detener la destrucción del medio ambiente causada por la ley del máximo beneficio capitalista, derrocar a la burguesía, desmantelar el estado burgués, tomar el poder, poner los medios de producción en manos de quienes, con su trabajo, crean la riqueza de la sociedad, marchar hacia el socialismo, hacer desaparecer las fronteras, las clases y el Estado.
1º mayo 2018
Colectivo Revolución Permanente (Alemania, Austria, Canadá, Francia)
IKC (Estado Español)
Patronsuz Dünya (Turquía)