El ataque terrorista en Viena el 2 de noviembre ha demostrado una vez más el carácter reaccionario del yihadismo. El asesinato arbitrario de trabajadores que querían pasar su tiempo libre con sus amigos, un día antes de que comenzara el segundo confinamiento, muestra que los islamofascistas no tienen otro objetivo que promover la división de la sociedad a través del terror indiscriminado. Esperan que el aumento previsto del discurso de odio contra los musulmanes por un delito de este tipo atraiga a más personas a su campo.
Ya en la noche del crimen, los comentarios en los medios de comunicación y las redes sociales mostraron los efectos de este ataque. El rearme del aparato estatal, la restricción de las libertades democráticas básicas, el aumento de la vigilancia estatal tanto en la esfera física como en la digital, que comenzó con el gobierno azul-turquesa y ahora verde-turquesa de Sebastian Kurz, en este momento no sólo son bienvenidos sino que se exigen en parte en nombre de la prevención de nuevos ataques.
Muchas de las acciones del gobierno están teniendo lugar discretamente en la oscuridad, tapadas por las noticias sobre la COVID19. En verano, las Fuerzas Armadas austríacas concluyeron un acuerdo de cooperación con la Guardia Nacional de los Estados Unidos; en otoño, el Ministerio del Interior encargó la adquisición de nueva munición operacional para la policía, que es similar en su modo de acción a las balas dum-dum (expansivas) generalmente prohibidas en las misiones de guerra.
En la noche del 2 de noviembre el Gobierno Federal decidió enviar unidades de las Fuerzas Armadas Federales y las Fuerzas Especiales del Ejército [Jagdkommando]a Viena y llevó a cabo la misión inmediatamente. El gobierno ha sido capaz de probar en la vida real que, si es necesario. puede poner en marcha rápidamente toda la maquinaria armada del estado burgués, cuando las situaciones políticas internas se intensifican.
Los ataques verbales contra los musulmanes y los migrantes comenzaron durante la noche del 2 al 3 de noviembre. Una vez más, la caverna teórica de la "sociedad paralela" [Parallelgesellschaft] aprovechó la ocasión, criticando la política de refugiados supuestamente demasiado liberal en este momento y exigiendo a la comunidad religiosa islámica distanciarse de ella.
Esto es particularmente perverso cuando se ve lo solidaria que es una sociedad multiétnica. Inmediatamente después del comienzo del ataque terrorista, dos jóvenes de origen turco y un joven palestino pusieron sus vidas en peligro para poner a los heridos fuera de la línea de fuego. El palestino, por cierto, es el hijo de la familia a la que el alcalde de Weikersdorf, en la Baja Austria, le impidió la compra de una casa porque eran musulmanes.
Además del escandaloso comportamiento de los medios de comunicación sensacionalistas y sus emisoras privadas, se ha puesto de manifiesto cómo las intervenciones políticas del gobierno reaccionario en la radiodifusión pública han dado lugar a una información distorsionada e incendiaria también en ese ámbito.
Con sus acciones y sus palabras, el gobierno está preparando a la población para un estado de emergencia permanente. No repetimos nuestra posición sobre las supuestas medidas de control de la pandemia del gobierno. En cualquier caso, el ataque terrorista en Viena llegó en el momento justo para aumentar la presencia policial, la vigilancia y los controles de carretera y para sacar a las calles a los soldados y a la policía militar.
Al mismo tiempo, sin embargo, no debe pasarse por alto que siglos de colonialismo y décadas de política imperialista han creado el caldo de cultivo para los movimientos islamofascistas. La demarcación arbitraria de fronteras en el norte de África y en todo el Medio Oriente, la implantación del estado colono sionista de Israel, el intento de varias potencias imperialistas de instalar regímenes títeres dependientes en la región a costa de guerras largas y sangrientas como en Siria, y los intereses de la industria de armamento capitalista en avivar los conflictos armados ha provocado la miseria, el desplazamiento masivo y el fomento de conflictos étnicos y religiosos.
La falta de partidos obreros revolucionarios que puedan ofrecer una alternativa socialista a las masas campesinas y nómadas oprimidas, así como a los trabajadores precarios de las ciudades y a la juventud en formación, permite a las fuerzas reaccionarias, fascistas y fundamentalistas, explotar la desesperación de las masas para sus objetivos contrarrevolucionarios.
También hay que recordar que las bandas terroristas como Al Qaeda fueron creadas por los servicios secretos imperialistas de EE.UU. y el aliado más cercano de EE.UU. en el mundo árabe, Arabia Saudita. Mientras Osama bin Laden luchó contra las tropas soviéticas en Afganistán, fue un valioso aliado de los EE.UU. Sólo después de que la marioneta había cortado sus cuerdas se convirtió en el enemigo.
En Palestina, los gobiernos sionistas, ya sean religiosos o líderes del supuesto "Partido de los Trabajadores", han apoyado a las organizaciones islamistas con el fin de crear un contrapeso y debilitar las organizaciones palestinas laicas. No puede haber paz en la región mientras millones de palestinos desplazados de su patria histórica se vean obligados a languidecer en los campos de refugiados de Gaza o de los países vecinos bajo la constante presión y los ataques del ejército y la fuerza aérea sionistas.
Nuestra solidaridad y simpatía hacia las víctimas del ataque terrorista islamofascista y a sus familiares.
Rechazamos firmemente todos los intentos de explotar a estas víctimas para incitar al odio contra los refugiados, las personas musulmanas o miembros de minorías étnicas.
Las organizaciones de trabajadores y los sindicatos deben oponerse firmemente a todas las movilizaciones fascistas y racistas.
El terror islamofascista no puede ser un pretexto para una "solidaridad nacional" con la burguesía, que a través de sus políticas imperialistas es cómplice de las causas de la situación actual.
Viena. 4 de noviembre de 2020
Gruppe Klassenkampf