El capitalismo, sumido en crisis globales combinadas, está conduciendo sistemáticamente a la humanidad y a su entorno hacia la destrucción. De las dificultades alimentarias crónicas estamos pasando a una verdadera crisis alimentaria mundial.
La guerra tiene un impacto global que amenaza con devastar las economías de los países en desarrollo. (António Guterres, ONU Info, 13 de abril de 2022)
A pesar del desarrollo de la ciencia y la tecnología, de los rendimientos agrícolas y de los medios de transporte, las hambrunas no son un arcaísmo. Por el contrario, hoy la desnutrición y la escasez de alimentos afectan incluso a los trabajadores de las metrópolis imperialistas. Según el Informe sobre la Crisis Alimentaria Mundial, en 2021, 193 millones de personas padecían hambre. El capitalismo, que se ha organizado en forma de Estados nacionales, no tiene la capacidad de hacer frente a esta crisis mediante la coordinación de los Estados o a través de organizaciones como la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Con ello se impone una conclusión: la supervivencia del capitalismo es peligrosa para la humanidad y para muchas otras especies. Otro resultado es que los motines de hambre se generalizarán.
Si al analizar una situación concreta hacemos como si el capitalismo no existiera, si evitamos deliberadamente llamarlo por su nombre, si abordamos el problema desde la perspectiva que éste impone, si nos hacemos la ilusión de que el problema puede resolverse en el marco del capitalismo, mediante sus instituciones, o que, como mínimo, podría reducirse a un nivel razonable, no tendremos otro papel que el de enmascarar el papel del capitalismo.
Este sistema sigue produciendo riqueza, pero a costa de crecientes contradicciones. Las crisis económicas, la pobreza, la degradación ecológica, las guerras, se multiplican y la humanidad se enfrenta a una crisis de civilización, a un riesgo para su supervivencia. Todas estas catástrofes no son la descripción de una distopía, son la realidad contemporánea. Y la crisis alimentaria es una prueba de ello.
La burguesía de la mayoría de los países imperialistas afirma que la única razón es la invasión rusa de Ucrania. Así, hacen recaer toda la responsabilidad en el estado ruso. La invasión rusa de un país exportador de cereales ha agravado los problemas alimentarios del mundo. Sin embargo, la guerra sólo ha precipitado la crisis alimentaria. Los expertos en clima, los científicos agrícolas y las organizaciones globales de la burguesía esperaban una crisis alimentaria mundial en torno a 2030. Y la razón fundamental era el mercado agroalimentario capitalista, el deterioro ecológico y la crisis climática.
Con la invasión rusa de Ucrania, el mundo ha entrado en una crisis alimentaria global. En todo el mundo los precios de los alimentos suben a niveles récord, la vida de los trabajadores de muchos países se convierte en un infierno por la hiperinflación y se enfrentan a problemas vitales como la incapacidad de alimentarse de forma sana y suficiente, el aumento del desempleo, los fenómenos meteorológicos extremos, la subida del nivel del mar... Es verdad que Rusia y Ucrania son un verdadero granero mundial. Antes de la guerra, el mundo producía entre 780 y 800 millones de toneladas de trigo al año. En 2020-2021, Ucrania exportó 17 millones de toneladas de trigo (de los 190 millones de toneladas exportadas en todo el mundo) y 24 millones de toneladas de maíz (de los 298 millones). Más de 50 países cubren al menos el 30% de sus necesidades de trigo con Rusia o Ucrania. Desde el 24 de febrero, Rusia bloquea los puertos ucranianos del Mar Negro; por su parte, Ucrania ha colocado minas en el Mar Negro para proteger su costa. Entre 20 y 25 millones de toneladas de grano (trigo, maíz) y semillas oleaginosas (girasol) cosechadas en 2021 están bloqueadas en sus silos. Las exportaciones se realizan ahora sólo por vía terrestre, lo que las encarece. En represalia contra Rusia, Estados Unidos, la Unión Europea y sus aliados están aplicando un embargo económico, que está provocando que las exportaciones de productos básicos de Rusia alcancen un mínimo histórico.
Las exportaciones marítimas de trigo desde Ucrania pueden reanudarse gracias al acuerdo firmado con Rusia el 22 de julio, bajo los auspicios de Turquía y la ONU. Pero las primas del seguro de transporte, aunque se aplique el acuerdo, aumentarán el precio de venta. Además, la guerra seguirá afectando a la agricultura ucraniana: se espera que las cosechas se reduzcan como mínimo un 30%.
Por otra parte, el segundo productor mundial de trigo, India, sufre una sequía añadida a los meses más calurosos de los últimos 121 años y, para paliar el riesgo de hambruna, el estad ha prohibido la exportación de trigo y otros productos alimentarios.
Con la recuperación económica mundial de 2021 y la guerra de Ucrania, los precios del petróleo y del gas también experimentan subidas récord, lo que se traduce en un aumento de los precios de los fertilizantes y del combustible para la maquinaria agrícola. Debido a los elevados precios de la energía y la producción de alimentos, Egipto prohibió en marzo la exportación de productos básicos como trigo, harina, judías y lentejas. Indonesia, que representa el 60% de las exportaciones mundiales de aceite de palma, ha prohibido todas las exportaciones agrícolas y alimentarias.
La política de China se resume en las palabras de su jefe de Estado, Xi Jinping, que dice en cada oportunidad que el pueblo chino debe tener su cuenco de arroz firmemente en sus manos. En consecuencia, el estado ha limitado las exportaciones de alimentos y cereales.
El mercado internacional de cereales es opaco porque está controlado por un oligopolio de unas pocas grandes empresas capitalistas. La crisis alimentaria es una oportunidad para ellos, al igual que la subida del precio del petróleo y del gas es una oportunidad para las compañías petroleras. La especulación amplifica las fluctuaciones del mercado mundial. Desde el comienzo de la guerra, el precio del trigo ha subido un 45%.
Podemos enumerar los resultados de todo esto de la siguiente manera:
El desarrollo físico e intelectual de decenas de millones de niños quedará limitado por la desnutrición.
Surgirán enfermedades producto de la mala alimentación de cientos de millones de personas con el consiguiente riesgo de una nueva crisis sanitaria mundial.
La muerte de millones de personas por hambre.
La formación de nuevas oleadas masivas de refugiados en países con riesgo de hambruna, especialmente en África, y aparición de nuevas y más crueles políticas de los Estados europeos, Estados Unidos, Canadá, Australia, China y Japón para tratar de evitar estas avalanchas de migración.
El aumento del proteccionismo, que hará que la situación alimentaria mundial empeore y endurezca las rivalidades entre las potencias imperialistas.
La aparición de revueltas populares que pueden hacer tambalear el capitalismo ante la crisis alimentaria (el primer caso es Sri Lanka).
La suma de las crisis combinadas por las que atraviesa el capitalismo, y el hecho de que estas crisis se repitan y agraven, la realidad de un sistema que se descompone, los resultados del fracaso en todos los ámbitos de las políticas neoliberales o keynesianas, son la expresión más clara de que el capitalismo ha fracasado. La razón principal detrás de la crisis ecológica y la crisis alimentaria relacionada, detrás de la guerra en Ucrania y Yemen, es que la tendencia a la socialización de las fuerzas productivas choca cada vez más con las relaciones de producción capitalistas, con la búsqueda de beneficios.
El capital ahora desbarata todas las actividades que solían escapar de él. Sustituye al artesano por la industria, al usurero por el banco, al pequeño comerciante por el supermercado y al pequeño agricultor por la agricultura capitalista. La consecuencia inevitable ha sido la migración masiva del campo a las ciudades. Los espacios que dejan vacíos los campesinos independientes dan paso a verdaderas empresas capitalistas. Muchos de los campesinos trabajadores que sobreviven están endeudados con los bancos, obligados a comprar semillas de un solo uso, a abusar de los insumos (abonos, productos fitosanitarios, pesticidas), a producir para la exportación... A menudo sus cultivos y su ganado son víctimas de la sequía o de la salinización de la tierra. En los países tropicales, los capitalistas agrícolas, con la complicidad de su estado burgués, destruyen la selva para el monocultivo o la ganadería extensiva para exportar a los países dominantes. En todas partes la agricultura capitalista contamina el suelo y la naturaleza.
Los grupos capitalistas de la energía, ya sean públicos o privados, han favorecido durante mucho tiempo los motores térmicos. Siguen extrayendo carbón a gran escala (a costa de la vida de miles de trabajadores cada año por accidentes y enfermedades laborales), que es la forma de energía que más gases de efecto invernadero genera. Los dirigentes de los países capitalistas, debidamente advertidos por los científicos de la marcha hacia la catástrofe climática, multiplican las cumbres y las promesas, pero en realidad las emisiones de gases de efecto invernadero siguen creciendo.
Las actividades del capitalismo han colocado literalmente explosivos bajo el ecosistema. Esto ha provocado una crisis ecológica que está llegando a un punto en el que se vislumbra el fin del planeta. Por ejemplo, la sequía se está extendiendo por toda Europa, poniendo en entredicho las actividades agrícolas de cultivo o de cría en muchas regiones que antes se salvaban. Así, toda la llanura del Po en Italia se ha visto gravemente afectada. El trasfondo de la crisis alimentaria que estamos viviendo son los límites de la agricultura capitalista, el calentamiento global y las rivalidades imperialistas para repartirse el mundo.
Las conquistas sociales que la clase obrera pudo alcanzar en algunos países se han vuelto insoportables para la burguesía desde el regreso de las crisis económicas mundiales (1973-1974). El Estado burgués restringe con frecuencia las libertades democráticas para sofocar la resistencia del proletariado, de los campesinos pobres, de los jóvenes en formación, de los trabajadores del sector informal. Refuerza el espionaje, la represión policial, el ejército. Los nuevos partidos o los viejos partidos de la burguesía recurren al clericalismo, al chovinismo, al racismo. Reaparecen las bandas fascistas, desde los Proud Boys hasta el Estado Islámico.
Las olas de revuelta contra la explotación y la opresión nunca han cesado. A ellas se unen cada vez más las luchas por la defensa del medio ambiente. Sin embargo, debido a la ausencia de una dirección proletaria revolucionaria, estas revueltas llevan al poder a coaliciones de tipo frente popular (entre los partidos obreros tradicionales y los partidos burgueses) o conducen a regímenes aún más reaccionarios. Ambos paliativos permiten que el capitalismo continúe.
El deber de los núcleos comunistas internacionalistas es agruparse, vincularse con las masas (especialmente en los sindicatos), empujar hacia la autoorganización y la autodefensa para resucitar la alternativa de la revolución socialista mundial. Dirigir estas revueltas hacia la destrucción del capitalismo por medio de un programa de transición, centrarse en la construcción del partido de la revolución mundial como el medio para lograrlo.
Indexación de salarios, pensiones y prestaciones sociales a la inflación.
Prohibición del despilfarro capitalista de energía y agua!
¡Expropiación de todo el sector energético y del comercio de cereales bajo control obrero!
¡Expropiación de las empresas capitalistas agrarias y su sustitución por cooperativas!
No a las patentes en los sectores alimentario y agrícola
¡Socialización de los recursos hídricos bajo el control de las organizaciones obreras y del campesinado pobre!
Prioridad para las energías renovables Por una transición basada en la investigación científica y el dominio de los ciclos energéticos de las distintas fuentes disponibles, para garantizar la reducción drástica de las emisiones de gases de efecto invernadero
Planificación global de la producción de energía por parte de los trabajadores
Planificación democrática de la producción y la distribución.
¡Gobierno de los trabajadores!
¡Revolución socialista mundial!
27-07-2022
COREP